Ya llegó la primavera y con ella damos la bienvenida, después de un largo caminar, a Cultura savia. Y para ello queremos compartirles un escrito de hace más de un año, semilla de lo que hoy ya es realidad.
Ciudad de México, 13 de enero de 2013
Hoy, lección, asimilación, integración del árbol de la vida en mí. Abrazo a mi hermano árbol, le siento, escucho su sereno silencio, su canto a la quietud, a la calmada fluidez de la vida que brota desde su tronco. Raíces, que se atrevieron a buscar-se, en las profundas y oscuras tierras que nacen de la luz. Allí, el árbol se asienta, y desde la profundidad olvidada se nutre de la vida, esa vida que se completa en su copa, que une el cielo y la tierra a través de sí. Perfecto transmisor de vida, vida en sí, que con paciencia alcanza al mundo con sus ramas, ramas que brotan desde sus raíces, ramas que atraviesan el tronco sereno. Ramas que dan cabida a la vida, a los nidos de las aves, aves que brotan de los árboles, que vuelan, que sueñan el sueño de ciclo, sin olvidar su raíz en las ramas, que son tronco, y son raíz, SON y ES. Raíces y ramas, ramas y raíces, uniendo cielo y tierra. Ramas de la tierra, raíces del cielo, reflejos del espíritu salvaje que sopla los susurros de las sabidurías que siempre han sido.
Hoy, ponemos nuestro ser en el sereno reposo del árbol, nuestro proyecto, Xixili y yo, en el árbol, como árboles; árboles. Recolectores de las semillas, semillas que son universo de raíces y ramas, ramas y raíces, brotando de la semilla que se hace tronco, espina dorsal, nuestro centro, la base transmisora de vida, el entramado de entramados que se resta y suma hasta el infinito, hasta la nada. Recolectores de sabidurías, que siempre han sido y siempre son. Recolectores entre raíces y ramas, y así, siendo brotes de los brotes, nacemos a la vida, a cada instante. Recolectando las huellas invisibles de las sabidurías que no dejan huella más que en el corazón. Recolectando huellas, que brotan de las ramas y las raíces, del cielo y la tierra, esas huellas que son el sueño de lo que somos, somos el sueño de la esencia, que sueña sueños a cada instante a medida que narra el camino vacío del brotar de las raíces y las ramas que saben a dónde van, sin saberlo.
SAVIA
Nota: Este escrito fue un proceso de exploración, un caminar sobre la hoja en blanco hacia un nombre. En un instante, cuando dejaron de fluir las palabras, le leí el escrito a Xixili. Se me ocurrió que a través de su sentir podría surgir el nombre, como siempre, en forma de esos sabios Koans que ella suelta, como si nada, pero que son todo. Lo leo, y en ese momento ella dice que no ha oído en todo el escrito mención a la esencia, a la SAVIA. Sutil y contundente, la Katana de la sensibilidad de Xixili atraviesa el aire en forma de una palabra, de un nombre. Así, nace Savia, en nombre, y evoluciona a Cultura Savia, el encuentro entre la naturaleza y la interpretación humana de esa naturaleza, que es sabiduría, es sabia, es savia, es CULTURA SAVIA. Alejandro Ashley