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Gracias a la invitación de nuestros amigos organizadores del Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre (FLISoL) en Mérida, la semana pasada pudimos compartir experiencias y saberes entorno al software libre y los procomunes con un grupo variado de personas.

Aprendimos sobre las libertades del software libre que nos abren a un mundo nuevo de relaciones entre los seres humanos. Una libertad basada en el respeto, en el compartir y en la creencia de que colaborando de manera abierta y generosa podemos potenciar nuestra creatividad y nuestra vida hasta límites insospechables. Si no fuera por todos los programadores que donan su tiempo y trabajo a la creación colectiva en red, hoy no tendríamos ni una tercera parte de las posibilidades que nos ofrece la web. Ellxs nos están recordando esas formas de organización humana que muchas de nosotras hemos ya olvidado en este mundo individualista y competitivo. Esa formas de vivir en colectivo, donde todo lo que alguien hace está afectando de una forma u otra a la otra persona, ya que, lo queramos o no todxs, estamos interconetadxs.

La fuerza del ser humano está en su capacidad de colaborar, y es ahí donde está también el reto que tenemos que afrontar si queremos seguir viviendo en este planeta como especie. Colaborar o morir.

El sistema económico, político y social imperante en el mundo entero basado en la competencia, nos ha enseñado desde chiquitxs que para sobrevivir en esta vida tenemos que luchar por nuestros propios intereses, que sólo podemos confiar en nosotrxs mismxs, en definitiva nos enseñan que estamos solos y desconectados de todo lo demás. Así lo que hagamos sólo va a repercutir en nosotros por lo que las acciones que hagamos han de estar orientadas a lograr nuestro propio bien únicamente. Además desde la escuela nos van enseñando que nuestra capacidad de éxito se mide en logros personales como por ejemplo a través de las notas que obtenemos en los exámenes individuales y no en nuestra capacidad de apoyarnos los unos a los otros ni en nuestra creatividad. De hecho, la creatividad muchas veces es vista como rebeldía o como pérdida de tiempo o de atención a las cosas “verdaderamente importantes” como lo son las ciencias.

Sin embargo, el movimiento del software libre desde el ámbito virtual nos trae una nueva mecánica humana que, si bien no es nueva, con la llegada de la modernidad se estaba olvidando. Este movimiento nos recuerda que hemos de ser conscientes de que todo está interconectado y que nuestro máximo potencial siempre lo alcanzaremos gracias al trabajo conjunto con otros seres humanos ya sea por el trabajo en equipo o por la transferencia de conocimientos y sabidurías que se ha ido dando en el tiempo. Ninguna personas es 100% original, nadie aprende de manera espontánea, todxs formamos parte de la cadena de la vida y aprendemos los unos de los otros. Por ello nadie debería autoerigirse dueño exclusivo de una creación y pretender con ello recaudar ingentes y a veces obscenas cantidades de dinero en unas únicas manos. Menos aún deberíamos pretender autoerigirnos dueños de nada que tenga vida, de nadie son los ríos, el aire, la ciencia o la cultura.

De ahí viene la definición de los bienes comunes “ aquellos que no son de nadie en particular y son de todos a la vez. Son esos bienes a los que cualquiera puede tener acceso, incluso si no puede pagarlo”.

Estamos seguras de que si todos los seres humanos nos moviéramos y actuáramos basándonos en estas energías de colaborar, dar y contribuir al resto, viviríamos en una sociedad más justa, solidaria y próspera.

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